¡Porque sigo siendo el Rey!

Textos por Pedro Monedero.
Fotos y edición por Miquel Pastor.

“Una piedra del camino
me enseñó que mi destino
era rodar y rodar…”

Emergió de su infierno (en su maldita cabeza un torbellino) en el metro de Banco de España, y como alegoría de su vida, frente a él La Gran Vía en cuesta arriba. Siempre la puta cuesta arriba.

2

El boxeador miró al cielo, deslumbrado por el sol.

3

Con los ojos semicerrados buscaba las respuestas arriba que adentro se le planteaban.

4

Con su peculiar concepción de lo divino, entre animista, santera, chamanista y qué sé yo, siempre sintió a su ángel custodio velando por el pegamento de sus fragmentos.

5

Tantos golpes dio al cielo como golpes dio en el saco recriminando a Dios su escasa suerte. 180 grados de cielo y ni rastro de Él. Y sin embargo, en su piel, multitud de iconos religiosos. Cristo, cruces y un buda. Corona de espinas y un Ohm. Un verso de El Corán y su nombre en sánscrito. Una flor de loto, un rosario y el ojo de Horus. Un dios jaguar y el Espíritu Santo. Otro mapa para escapar de otra prisión. Opio y espíritu.

6

De vuelta a la tierra, no siente sus pies firmes. No hay raíces en este suelo. Es imprescindible anclar el pie, de ahí procede la fuerza en cada puñetazo. Desde el pie a la cadera, de ahí al hombro y por fin llega a los nudillos. ¡Bum!

7

Una plegaria más elevada a los dioses de la Fortuna, maldita perra evasiva.

8

Aún tiene tiempo antes del combate para patearse los alrededores del cuadrilátero. Tantos pensamientos dando vueltas tan deprisa le impiden tomar decisiones. Inspira, expira fuerte tres veces.

9

Quizás ha llegado el momento de ver por fin lo que hay al otro lado del muro. Quizás hoy es el día en que su suerte cambia. A hostias. Siempre a hostias.

10

La pelea le salvó de su barrio, de su entorno, de la droga y la delincuencia. Es una historia mil veces oída. Pero es una historia cierta. Como cierto es que la lucha también te lleva a la noche cuando bajas de tu esquina y hay que pagar facturas.

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Entra en una cafetería y se pide un poleo menta. “Quién te ha visto y quién te ve” piensa sonriendo. Se limpia con una servilleta y se ríe para adentro repasando su trayectoria que acaba hoy en un poleo menta sin azúcar.

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Sale a la calle. Ya no queda mucho para ponerse las vendas en las manos. El boxeador se dirige hacia el lugar del combate.

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Un presagio: un cuervo negro gritando sobre un altavoz. Luchando para que su voz se imponga sobre un sonido banal amplificado. Si algún animal simboliza su alma, ese es el cuervo. Si contra algo siempre ha luchado es contra el ruido de fondo de un planeta hostil.

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Un cuervo reacio siempre a pasar por el aro. Y sus alas son su afán. El único paso atrás permitido es para coger impulso. Es la regla de oro del boxeador.

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Sale del bar y se para ante la puerta cerrada de La Fábrica de Pan. “Para beber barato y bien”. Hoy no. He perdido muchas batallas por beber barato y bien. Hoy no. Hoy no. Hoy no.

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La bebida y el dolor se llevaron ahorros y sueños. Dejaron un alma en alquiler. Barata, un chollo para el Demonio. Y es que hoy no. Hoy es el día del Fénix ¡carajo!

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Llega al ring y se sube al escenario, con sus guantes bien atados y debajo sus puños apretados. Un montón de nostálgicos han venido a ver a la vieja gloria del rock n roll.

18

Comienzan a sonar los primeros acordes. Desmonta el micrófono del pié y el boxeador vuelve a la pelea.

19

¡Esta noche va a ser jodidamente grandiosa! ¡Vais a bailar, cabrones! ¡PORQUE SIGO SIENDO EL REY!

Textos: Pedro Monedero. © 2016.

Fotografías y edición: Miquel Pastor. © 2016. 

Localizaciones: Madrid.

© 2016. Todos los derechos de autor de las fotografías por Miquel Pastor.  microrrelatosvisuales@gmail.com

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